Canciones que me inspiran a escribir V



El gato de las catorce vidas
inspirado "Catorce vidas son dos gatos" Fito
Nunca me han gustado los gatos porque sus ojos y sus reacciones inesperadas me asustan. Dicen que tienen siete vidas, pero yo conozco uno que ya lleva gastadas catorce.
La primera fue en una explosión nuclear de gritos y reproches, a la que sobrevivió ciego de tanta luz, arrastrándose y tanteando las paredes de su destartalado cubil. Después casi se mata al subirse a una gigantesca araucaria y caer … buscaba el cielo, aunque nunca supo qué hacía aquella gata encaramada en la última rama.
Sobrevivió a muchas noches sin dormir, ojos apagados, bigotes mustios, garras roídas de arañar el cajón de madera en el que dormía sin dormir. Esta vigilia le costó dos vidas que nunca recuperó. En sus sueños gastó su quinta vida, al ver muerta a la gata sonriente después de caer en una espiral infinita de vueltas y más vueltas al hoyo de la desmemoria.
Un desgastador huracán, que se formó en su cabeza, consecuencia del viento de la engañosa calma, le remató de nuevo y estaba asustado de perder la séptima porque amaba la vida. Seis vidas ya había consumido cuando, cansado de sufrir, consiguió no soñar más a la gata que succionaba sus escasas energías. Sabía que sólo le quedaba sólo una vida y procuraba no hacer tonterías. De ahí su enorme sorpresa, cuando sintió latir su corazón de cristal, del que el doctor le dijo que no guardaba nada que no se pudiese ver, y así con ese latido artificial derrochó su séptima vida.
"Lovers Lautrec", obra de Joseph Lorusso
 Sin embargo, no murió y pensó que ya era inmortal. Respiró el humo venenoso de los rescoldos de su hoguera. Y volvió a morir. Escuchó una canción, la del nuevo fracaso. Notó como era despellejado y añoró sentir su piel sobre otra piel; revivió besos que ahora le sabían amargos y notó la boca seca. La sed de sentidos y de sensaciones le hicieron agonizar dos veces más, de nuevo.
Su corazón de cristal volvió a latir por la fibrilación de nuevas caricias. Ya no se sentía culpable de la huida cobarde de no saber si era por lo que era o por lo que nunca fue. Pero se volvió a equivocar de nuevo en el camino y murió dos veces más. Una por el error y otra por el daño producido. Solamente le quedaban dos vidas. Un par de errores más y su alma se transformaría en esencia de sentimientos, energía, en una estrella errante hacia la nada.
Otro camino equivocado, otro dolor intenso, que le provocó una parada respiratoria, fue la causa de su muerte número  trece, la de la mala suerte. Ilusiones de niño volaban como globos por el cielo, pero un alto y cruel cactus los explotó sin piedad. El camino le resulto largo, los pies doloridos porque caminaba sin zapatos. Prefería caminar descalzo a sentir arena entre los dedos, molesta y difícil de quitar. Y todavía hoy conserva su catorce vida porque fue capaz de decirlo, “ no te preocupes más por mí, esta vez me quedo aquí”. 
MGimeno

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