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Mostrando entradas de enero, 2016

"La voz del narrador" (II), nuevo reto en el taller de Relatos Cortos de la Biblioteca impartido por Mariano Gimeno Machetti

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La Novena Carta   (Hortensia) Fotografía de Muhammed Faread Querido Víctor: Hace muchos años que no te escribo. Había jurado no volver a hacerlo. Pero ahora comprendo que algunas promesas pueden romperse sin que se tambaleen los cimientos del mundo. Estos años de promesas rotas me derrotaron. Me parecía que no podría seguir respirando, ni abrir los ojos una vez más… Hay momentos en la vida que todo es absoluto; para mí el dolor de perderte fue así, rotundo, total…Pensaba que tendrían que acortarme las manos para arrancarte de mí, fue como una explosión que consume todo el oxígeno y te asfixia por dentro. Juré que me vengaría, que callaría ese perro negro que me mordía  el corazón hasta hacerme gritar. Salía a la calle mirando sin ver, buscándoles…deseando encontrarles o que me encontraran con los puños apretados hasta que se entumecían. Pero la  vida tiene una fuerza tan grande que pocos desastres pueden acabar con ella. Y, ya ves , abrí los ojos de nuevo, volví a vivi

Una silla vacía en nuestro Club de Lectura "La Hierbita"

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      Cada dos semanas, deslizaba el dedo corazón entre los lomos de los libros que esperaban, desconsolados, el cariño de sus arrugadas manos.  En su boca, las aventuras de Charlie Parker, Kurt Wallander, el Comisario Montalbano o Kay Scarpetta insonorizaban las rutinas de  la mecánica de nuestro mundo, haciéndonos viajar en historias, donde el asesinato siempre era  ingrediente principal pero su placer, recaía, en una buena trama para leer, leer sin parar.     Fueron más de diez años compartiendo su saber en nuestras distendidas tertulias literarias de los viernes. Sus dedos habían viajado por un sinfín de lugares encerrados en papel. Su corazón palpitaba emocionado en cada cita, en cada reunión. Su risa ante la evolución de nuestros alocados pensamientos de progreso, así como la conmovida mirada ante las relaciones entre lectura, pintura y el cine, ninguno la olvidaremos.       Qu ijotesca figura, risueño caballero andante goloso de lectura con aroma a libros viejos

"La voz del narrador", nuevo reto en el taller de Relatos Cortos de la Biblioteca impartido por Mariano Gimeno Machetti

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Ilustración de Alejandra Acosta Culpa Nieves El timbre le reclamó.  En la puerta el mensajero, sin palabras, le indicaba donde plantar su rúbrica y a la par le entregaba un pequeño paquete. Rasgó los embalajes y sacó la urna. Su estomago fue atravesado por la impresión. El viaje a las islas se hacía necesario. El reencuentro con el caótico pasado. Tiempo de cerrar agujeros negros y enfrentar lo que siempre había querido evadir. Su mirada se paralizó en el espacio y evocó la carta...  Estimado Toribio: Sólo me queda suplicar a Dios y aceptar cualquier castigo excepto  repetir el de volver a separarme de ti. Cuatro décadas atraviesan nuestra última conversación. Mis manos han tanteado tu dirección un par de veces, pero mi impulso se paraliza con un ir y venir de pensamientos en pugna. Dejando ganador al desistimiento. A un par de peldaños del final de la escalera de mi vida. Mi otro yo, me zarandeó, solicitándome que te contacte. El Altísimo conoce de mi pesa

Nuevo relato corto fabricado para el Taller de escritura de la Biblioteca de Tabaiba

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Fot. Muhammed Faread Por fin... Su aliento era entrecortado. Con dificultad, logro someter el estrés acumulado. La imprevista levedad de la luz solar le dio un respiro a la tensión vivida. Pensó, por unos instantes, intentar descubrir la causa de aquella impredecible huida. Tampoco renunciaba a descubrir por qué, de pronto, sus desconocidos acosadores desaparecieron. Era una luminosa tarde de diciembre. Armenio salió a la calle por primera vez. Sus diez años y medio – de vida y de ceguera –, habían sido un calvario incierto. Todo lo que sus ojos observaban era nuevo. Tenía que percibir, interpretar y aprender las realidades que su vista le enviaba al cerebro. No era para menos la alegría que su familia mostraba. Pero en aquellos momentos – de júbilo continuado – algo hizo que su gesto pasara de la satisfacción incontrolada a la imprevista sorpresa. En la mirada a los suyos había logrado asociar sus voces a sus cuerpos y rostros, en un aprendizaje vertiginoso. Sin embargo,

El ritmo, protagonista en esta nueva sesión del Taller de Relatos Cortos que Mariano Gimeno Machetti imparte en la Biblioteca

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fot. Inn-Ocent Vía Crucis. Había salido de su casa con la vestimenta adecuada a la aprobación materna. En su bolso bandolera, ocultos, la minifalda y el jersey de canalé amarillo y ceñido que repondría en cuanto llegase a   casa de la amiga que le aguardaba. La mudanza de su familia a aquél barrio, todavía en construcción, era reciente. Al otro lado del puente quedaba su infancia. Este otro puente que tenía que atravesar cada día, aunque también era de piedra, carecía de las hermosas estatuas de los ángeles que custodiaban el paso seguro de los viandantes. Caminaba deprisa, como siempre, acelerando el paso al llegar a aquél tramo de esa calle interminable. No había forma de soslayar su presencia a la mirada de los obreros que trajinaban en lo alto de sus andamios, ni evitar oír las soeces palabras que a modo de piropos le llovían desde las alturas. Su ánimo se iba descomponiendo, se le atragantaba la rabia y el rubor de su rostro iba en aumento. Era su vía crucis parti

Desentrañar la historia que esconde la fotografía: nuevo reto en el taller de Relatos Cortos de la Biblioteca (II)

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fot. Mariano Gimeno Machetti Mi madre y otras partículas Mi madre era física cuántica. En su laboratorio medía la velocidad de partículas esquivas  de preciosos nombres y las amaestraba con aceleradores, colisionadores y detectores. Entre neutrinos , leptones y quarks se ocupaba distraidamente de mí y en vez de cuentos, por la noche me explicaba  que el tiempo y el espacio en realidad no existen y que pronto se descubriría la máquina de teletransportación  y nos materializaríamos en un instante en cualquier sitio y época. Ella me contaba una historia diferente cada vez que le preguntaba por su familia. Que era adoptada. Que todos los suyos murieron en un incendio mientras celebraban su bautizo y ella se salvó porque estaba a la sombra en el jardín, dormida en su coche. Que  era la hija bastarda de una mujer importante de la realeza y la habían educado las Ursulinas Esclavas de la Misericordia. Que fue una niña probeta de donantes anónimos. Que fue raptada por feriantes que

Desentrañar la historia que encierra la fotografía: nuevo reto en el Taller de Relatos Cotos de la Biblioteca

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fot. Mariano Gimeno Machetti CLAN DE NAVAJAS   Sólo podía quedar uno y así fue. Por fin Raimundo era el capo del clan después de haber sido testigo visual de muchos enfrentamientos entre generaciones y de muchas humillaciones familiares. Ahora la gran pregunta era, ¿por cuántos años reinaría?        A día de hoy, todavía recuerdo la foto de la previa en la que todos afilaban de forma concienzuda sus navajas hasta convertirlas en auténticos espejos relucientes, dejando las hojas casi al trasluz. Los novatos que documentaron su mayoría de edad, situados al fondo del salón, esbozaban la sonrisa nerviosa de un incierto duelo aún por sortear, una sonrisa casi idiota que apenas dejaba ver el esmalte de sus incisivos. Era su bautizo armero. Por el contrario, los veteranos mantenían un rictus serio y concentrado en un primer plano de la instantánea, sabiendo de la importancia del evento. Manejaban con precisión milimétrica y plena seguridad los 50 centímetros de acero artesanado e